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Una noche

Una noche en una de mis salidas con mi novio, que de hecho iba a ser la última, (yo tenía que mudarme lejos al día siguiente por la mañana), así que salimos esa noche para pasarla juntos y despedirnos.

Fuimos a un jardín que normalmente está solo, íbamos con frecuencia a ese lugar, era muy tranquilo, mientras conversábamos nos acariciábamos y besábamos con gran amor y tristeza, estábamos en una de esas casitas de juego para niños, yo estaba arriba sentada y él estaba parado frente a mí mirándome y acariciándome mis piernas frías; nos besábamos lentamente mientras seguía tocándome el cuerpo, pasaba sus manos casi rozándome los pechos, y luego se iba al cuello para terminar entre mis cabellos, con sus dos manos tomo mis piernas por debajo y las levantó dejando mi pelvis elevada y mi vagina a la altura de su miembro, nuestros cuerpos se juntaron y se calentaron más, él se inclinaba más hacia mí, haciendo que su miembro hiciera presión en mi vagina. Después de un rato así pegados, desvió la vista para revisar si alguien venía, al no ver a nadie descubrió mis pechos jalando mi playera hacia abajo, inmediatamente mis pezones se pusieron duros por el frío y la excitación que me invadía, él procedió a lamer mis pezones lentamente, me encantaba la ternura con que lo hacía, tomaba el otro con su mano caliente, apretándolo y haciendo presión en mi pezón mientras que con el otro lo seguía besando; tenía tantas ganas de cogérmelo en aquella casita, de que me ahorcara y penetrara hasta el fondo.

Me adentré más a la casita de juego quedando sentada en un pequeño escalón con los pechos descubiertos, él se metió también y empezó a besarme bruscamente. Recostó su cabeza en piernas con la vista hacia mis calzones, traía una falda, estoy segura que pudo notar lo húmeda que estaba. Empezó a acariciar con sus dedos mis labios vaginales lentamente, mientras los miraba con ternura, pareciera que le estuviera hablando a mi vagina, como despidiéndose de ella también, siguió por un rato así, hasta que me recomendó que me quitara los calzones para apreciar mejor el panorama (o comerme), me los quité y el volvió a pegar la vista en mi vagina, la descubrió un poco recorriendo mi falda hacia atrás; empezó a besar mi clítoris, a lamerlo lentamente, yo acariciaba su cabello largo mientras lo miraba hacerlo.

Aceleraba más el ritmo de su lengua en mi clítoris, yo estaba ida en ese momento, apunto de llegar al orgasmo, mis manos se empezaron a entumir de lo excitada que me sentía, estaba muy mojada podía sentirlo entre mis glúteos, en ese momento solo pude pensar en él y en mi cuerpo, en mi propio cuerpo que tiembla y tiembla de cochino, lamía mis labios y los mordía mientras lo veía comiéndomela toda, apretaba mis pechos y mis pezones con fuerza tratando de reprimir mis gemidos fuertes limitándolos a suspiros con miedo de que alguien escuchara. Me vine unas dos veces en sus labios, y él no se cansaba de besar y de lamer, parecía sediento de mis fluidos, cuando no pude más de tanta vibración en mi clítoris y orgasmos eternos, lo detuve, respiraba agitada y contenta de tan placentero momento; lo miré y lo bese lentamente, compartiendo saliva y mis fluidos nos despedimos de nuestras noches de lujuria.