Blog

Volver

VIH ≠ SIDA

Por Uxue Gamarra

VIH ​​≠ SIDA


Pese a lo que muchas personas creen, VIH y SIDA no son lo mismo. Vale, bien. Pero entonces, ¿qué diferencias hay? El VIH es un virus (Virus de Inmunodeficiencia Humana), mientras que el SIDA es un síndrome (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). El VIH es un virus que acompaña a las personas que lo adquieren durante toda su vida, pero gracias al tratamiento existente, la carga viral puede disminuir, de manera que no podría transmitir el VIH. Aun y todo, se debe tener en cuenta que sí es posible transmitir el VIH (si la persona seropositiva no está en tratamiento), pero el SIDA no. 


Cuando una persona adquiere VIH, se debilita el sistema inmunitario mediante un virus que ataca y destruye un tipo de glóbulos blancos. Estos glóbulos son los encargados de combatir las infecciones que podemos contraer, por lo que en tanto que el sistema inmune se debilita, la persona seropositiva tiene más probabilidades de enfermarse. Una persona seropositiva en tratamiento no desarrolla SIDA, por lo que una persona con VIH no tiene por qué tener SIDA.




Para que haya una transmisión por VIH son necesarias dos condiciones. Por una parte, la existencia de un líquido transmisor con carga viral alta (leche materna, semen, sangre y flujo vaginal) y, por otra parte, una ‘puerta de entrada’. Existen 3 vías de transmisión del VIH: la sanguínea (mayoritariamente por compartir material de consumo de drogas como jeringuillas o hasta 1985 también por transfusiones), la sexual (prácticas sexuales anales, vaginales y orales de riesgo, es decir, sin protección) y la vertical (materno-filial). En la actualidad existen estudios que demuestran la posibilidad de concebir un bebé siempre que la persona gestante tenga una carga viral indetectable. 


Por otro lado, SIDA se trata de una afección que se desarrolla, por falta de una aplicación adecuada del tratamiento, en la fase final de la infección por VIH. Este síndrome provoca que el sistema inmunitario se debilite mucho y que sea más propenso a padecer y contraer más enfermedades. Por lo tanto, se podría decir que deja desprotegido al cuerpo. En este caso, una persona con SIDA también tendría VIH. Es decir, si una persona tiene SIDA tiene VIH, pero una persona con VIH no tiene por qué tener SIDA. 


En los años 80-90, el VIH y SIDA no se diferenciaban y se relacionaban directamente con la muerte, ya que durante esa época el VIH fue una de las mayores causas de esta. En la actualidad eso ha cambiado gracias al desarrollo del tratamiento. Pese a que sigue siendo una enfermedad sin cura, las personas con VIH que siguen el tratamiento pueden desarrollar su vida con total normalidad. Es más, hoy en día las personas seropositivas tienen una esperanza de vida similar al resto de la población, algo que hace unos años resultaba impensable. 


Durante muchos años y, en gran medida, con influencia de la perpetuación de la tradición, tanto el VIH como el SIDA han sido relacionados con un castigo divino. Esto se traducía como pecado de aquellas personas que cometían actos considerados inadecuados. El VIH y el SIDA eran considerados enfermedades de “putas, yonkis y maricones”. La gran parte de la sociedad no diferenciaba entre el virus y el síndrome, de manera que los llenaron, sin distinción alguna, de prejuicios, estereotipos y estigmas. Especialmente se machacó al colectivo homosexual, llegándose a extender que era una enfermedad homosexual junto a la idea de que se les estaba castigando por medio de una enfermedad a causa de sus actos pecadores. 


Sin embargo, ya es hora de romper con esa idea y estigma y aclarar que tanto el VIH como el SIDA afectan a todas las personas, sin importar su orientación sexual, género, sexo, procedencia, edad…etc. Del mismo modo, se creía que la apariencia física de una persona seropositiva era distinta a la de una persona sin VIH, argumentando que “se les nota”, “tienen peor pinta”...etc. No obstante, una persona con VIH no muestra disimilitudes físicas ni apenas sintomáticas en comparación con otra persona. 


De igual manera, cuando una persona seropositiva sigue correctamente su respectivo tratamiento antirretroviral, al cabo de unos meses se vuelve indetectable, es decir, intransmisible. Por consiguiente, con un correcto seguimiento de la enfermedad y gracias al tratamiento, la persona con VIH obtiene una carga vírica tan baja que no se detecta en las pruebas. Esto quiere decir que la persona seropositiva, aunque no vaya a poder dejar de lado nunca la medicación, no puede transmitir el VIH al resto de las personas. En España, por ejemplo, el 90% de las personas con VIH son indetectables. 


Por lo tanto, ¿una persona con VIH en tratamiento podría mantener relaciones eróticas sin preservativo y no transmitir el virus? Sí, podría. Pero eso no quiere decir que no puedan contraer o transmitir otras enfermedades. Esto es, siguen siendo necesarias las prácticas seguras para evitar la transmisión de otras enfermedades e infecciones de transmisión sexual. Como todo el resto de la población, las personas seropositivas pueden ser portadoras de enfermedades e infecciones transmisibles. Del mismo modo, también pueden contraerlas.



Para finalizar me gustaría mencionar la profilaxis preexposición, más conocida como PrEP. Se trata de un medicamento altamente eficaz para la prevención de la infección por VIH. Su tratamiento es similar al de las pastillas anticonceptivas, debiendo tomar, la persona sin VIH, una cada día. Pese a que muchas personas lo desconocen, resulta un gran avance sanitario puesto que permite, en gran medida, que se prevengan las infecciones del VIH. 


Cada individuo, bajo consenso y consentimiento, es libre de mantener el tipo de relaciones como y con quien quiera. No obstante, siempre es recomendable tomar ciertas precauciones como el uso de métodos anticonceptivos barrera o unos análisis correspondientes. Respecto a las personas seropositivas, hay quienes consideran indispensable que una persona con VIH comunique su estado serológico a sus parejas sexuales, trabajo y demás. Aun y todo, las personas seropositivas no están obligadas a declarar su estado ya que eso pertenece a la privacidad e intimidad de las personas. La persona seropositiva es quien decide si comunicar su estado o no. Si bien es cierto que una vez que lo hacen, no todas las personas reaccionan bien. Existe un estigma y discriminación muy arraigado hacia el colectivo de personas con VIH y/o SIDA. 


La serofobia continúa estando a la orden del día, por lo que muchas personas evitan decir su estado serológico para no tener que enfrentarse a ese tipo de situaciones. La serofobia existente hace que la declaración del estado serológico parezca o demasiado pronto (el entorno no está preparado para la ‘noticia’) o demasiado tarde (“me lo tendrías que haber dicho antes” “me has mentido”). No obstante, es decisión de la persona si contarlo o no, y plantar cara a los miedos y a los prejuicios establecidos en la sociedad, no es tarea fácil. 


Se debe aclarar que todas las personas, sean seropositivas o no, tienen la misma responsabilidad en cuanto a la salud se refiere. Es decir, todas somos responsables de evitar conductas de riesgo para la salud. Del mismo modo, todas los individuos tienen el mismo derecho a tener prácticas eróticas, amar, desear y a tener placer.

Uxue Gamarra

Escuela Educación Sexual